Hace unos días publicamos una declaraciones de los Benedictinos de la Inmaculada, del Monasterio de Santa Catalina de Siena en Taggia. Su Prior, el padre Jean de Belleville, fue entrevistado en Present ha hecho unas declaraciones complementarias, de las que Canticum Salomonis hace un extracto:
[…] No debemos engañarnos, tanto el motu proprio como la respuesta a la dubia muestran un deseo de suprimir el uso del antiguo rito en un futuro más o menos próximo. La posición de las comunidades tradicionales no se verá debilitada tanto por las disposiciones violentas de Roma como por la falta de firmeza en la fe que se expresa en la doctrina y el culto tradicionales de la Iglesia. Esta firmeza puede requerir que uno rechace órdenes gravemente injustas de miembros de la jerarquía eclesiástica, porque la fe es primera y fundamental.
Según sus estatutos, ¿a quién debe obediencia —dentro de la Iglesia militante— en el ámbito de la liturgia?
La competencia pertenece a la Congregación para el Culto Divino, pero no es todopoderosa, como Benedicto XVI lo demuestra en sus propias palabras: “Lo que las generaciones anteriores consideraron sagrado, sigue siendo sagrado y grande para nosotros también, y no puede ser de repente. totalmente prohibido o incluso considerado dañino ".
¿Cuál fue la reacción del obispo de su diócesis?
Todos nuestros amigos dicen que nuestro obispo es el mejor de los obispos italianos, por su espíritu de fe y su dulzura. Después del motu proprio, reconoció públicamente nuestro derecho a utilizar el rito tradicional de la Misa.
Cuando dice en su mensaje del 21 de diciembre que permanecerá fiel a la liturgia tradicional “lo que sea necesario”, ¿qué imagina que sucederá?
Si, Dios no lo quiera, Roma nos obliga a ir en contra de nuestras Constituciones, ¿qué elegiremos: ser obedientes a Roma y, por tanto, volvernos renegados, o ser fieles a nuestros votos y, en consecuencia, ser condenados por “desobedientes”? ¡La respuesta es clara!
Últimamente estoy muy activo comentando en muchos sitios.
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