domingo, 2 de enero de 2022

La Navidad no frena el odio a la Misa tradicional

El Instituto del Buen Pastor ha sido expulsado por el Obispo de Curitiba, en Brasil, de los templos en donde celebraba la Santa Misa en Rito Romano Tradicional. Los fieles han tenido que desmantelar sus enseres e incluso el belén. El obispo se ha negado a mantener una entrevista que ya estaba concertada y, al parecer, incluso las religiosas que detentan el templo han sido amenazadas para lograr el cese de las celebraciones.

El presbítero encargado hasta ahora de las celebraciones ha emitido el siguiente comunicado:

¡Salve María Inmaculada!

Pasando a darles la triste noticia de que la “misericordia y la ternura” de nuestro Arzobispo ha cerrado todas las puertas de nuestras capillas.

Fuimos expulsados, echados fuera y lo peor: sin un motivo justo y proporcionado. Nosotros, por ser católicos, estamos en la calle, por el momento sin un lugar conveniente para entregar el Santo Sacrificio.

Aún en la octava de la Santa Navidad, subimos un calvario doloroso. Precisamente porque el pesebre y el Calvario son inseparables.

Tampoco fue fácil para la Sagrada Familia: no encontraron un lugar conveniente para el nacimiento de Jesús, tuvieron que huir con prisas a Egipto, allí vivieron una vida de escasez y trabajo.

Nuestro Señor nos da esta gracia de poder sufrir por su Santo Nombre. Perseguidos por aquellos que deberían defender la fe, guardar la tradición y honrar el nombre de Dios.

Al mismo tiempo, un pensamiento nos consuela: ¡por la cruz llegamos a Gloria! Ante el pesebre cantaban los cielos la Gloria de Dios; después del Calvario: la alegría de la resurrección.

Pero debemos abrazar la cruz, cargarla con valentía, luchar con este santo estandarte en la mano. Unirnos, valientes, con Nuestro Señor paciente.

El pastor se pondrá de pie, con la gracia de Dios, porque ellos desean golpear al pastor para que las ovejas se dispersen. El pastor se pondrá de pie y dará su vida para que las ovejas se congreguen...

¡Estemos todos juntos, de pie! ¡Cabeza levantada! Nuestro Señor nos llama, estemos preparados. ¡Esta cruz es nuestra!

No cederemos en los principios, no colaboraremos con las injusticias, defenderemos el honor de Nuestro Señor defendiendo el santo rito antiguo y venerable de la Misa.

Pueden quitarnos los edificios, las imágenes, los candelabros, la buena reputación. Pueden acusarnos injustamente de todo: ¡de rebeldes, de cismáticos, de desobedientes! Una cosa que no pueden quitarnos: ¡el deseo de cantar la gloria del Altísimo mediante el rito más venerable! De una cosa no pueden acusarnos: de haber abandonado la causa de Nuestro Señor, cuando Él sufre por nosotros.

En nuestra lamentable situación: todavía no tenemos dónde celebrar.

Ya no tendremos más la misa en la Capilla del convento y ciertamente (dada la draconiana persecución del Arzobispo) tampoco la tendremos en la Capilla Militar.

Una cosa es cierta: NO VAMOS A ABANDONAR.

* Padre Thiago Bonifácio, IBP/Curitiba.

Secretum meum mihi 


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