Un reciente artículo sobre la supresión de la Misa dominical en la Forma Ordinaria en el Oratorio de Birmingham, en el Reino Unido, por ser masiva la asistencia de fieles a la Forma Extraordinaria, ha dado lugar a un interesante debate en los comentarios. Todos estos comentarios llevan parte de razón.
Afirmar que la Forma Extraordinaria no progresa en España es absurdo; si nos remontamos a una década solo se oficiaba la Misa tradicional en las ciudades de Madrid y de Barcelona. Y unos años más atrás únicamente en la minúscula pero denodada capilla de la calle Laforja, en la ciudad condal (aparte de la actividad de la FSSPX). Hoy, sin embargo, hay una extensa lista de iglesias donde se oficia con el Misal del Beato Juan XXIII, que pueden leer al margen derecho de esta web. Es innegable que el número de celebraciones se ha multiplicado, y también el número de sacerdotes capaces de oficiarla.
También es cierto que el auge es más lento y menos espectacular que en otros países como Francia, Reino Unido o Estados Unidos. Las razones son diversas y, evidentemente, como apuntan algunos lectores, existen aún numerosos prejuicios entre obispos y sacerdotes.
¿Por qué se dan estos prejuicios? algún lector ha apuntado la falta de obediencia a las disposiciones de Roma. Pero nosotros añadiríamos un factor igual de preocupante o más, que es la falta de confianza. Piensan quizás que la promoción o el conocimiento de esta forma litúrgica socava una imagen identitaria y de futuro de la Iglesia concebida en las últimas décadas como la única posible. En definitiva: no se fían del Papa. Si confiaran en el Santo Padre aceptarían que hoy ambas formas del Rito Romano pueden influenciarse mútuamente de forma beneficiosa y que este biformalismo del Rito Romano tiene una razón de ser en el plan divino, una importancia para la recuperación del verdadero sentido del culto católico y para la salvación de las almas. Estas torpes resistencias, como afirmó en una ocasión certeramente el Cardenal Ranjith, ralentizan al Papa y obstaculizan el Reino de Dios.
Otros prejuicios son aún más toscos, quizás los sacerdotes muy mayores identifican esta forma litúrgica con los años de la postguerra, con ese nacionalcatolicismo del que un día la Iglesia española quiso desprenderse de la noche a la mañana como quien muda de piel. Sin pararse a meditar que esta forma litúrgica es la de Santa Teresa de Jesús, la de San Juan de la Cruz, la de San Ignacio de Loyola.
Algunos lectores han puesto como ejemplo que una metrópolis como Madrid reúna poco más de un centenar de fieles en la Misa tridentina dominical. Pero hay que tener en cuenta que la Misa tradicional en Madrid ha cambiado de ubicación cuatro veces. Cada cambio es prácticamente un empezar de cero. Porque los asistentes a esta forma litúrgica -como católicos normales y corrientes que son- no siempre son incondicionales capaces de recorrer kilómetros, sino también personas que residen en el área del templo donde se celebra. Es paradójico, y lo señalaba en fecha reciente el siempre interesante blog La cigüeña de la torre, que se hayan concedido parroquias personales en el Reino Unido, en Canadá, en EE.UU., en Bélgica, en algunos casos templos grandiosos y de valor artístico a la Liturgia tradicional. Y que sin embargo la capital de la católica España no disponga ya de un templo dedicado a esta forma litúrgica, al menos una capilla céntrica y digna, donde los sacerdotes puedan ejercer todo su apostolado y administrar los sacramentos sin ir de un lado para otro. Una comunidad no la hace solo una Misa puntual, también la catequesis de niños, los grupos de jóvenes y de adultos, las charlas, el espacio donde compartir vivencias e incluso ratos de ocio.
En algunos blogs achacan al Cardenal Rouco Varela el relativo estancamiento de la Forma Extraordinaria en España. Algo de verdad hay, si bien es preciso matizarlo. Es evidente que el Arzobispo de Madrid no simpatiza con la liturgia tradicional: no le interesa y no le gusta. No hay más que ver la iglesia tan fea desde el punto de vista arquitectónico que designó para la Forma Extraordinaria durante la JMJ, y que hubieron de cambiar a toda prisa ante la perplejidad, y posibles protestas a Roma, de los obispos extranjeros.
La sensibilidad del Cardenal Rouco está mucho más cercana a grupos neo-conservadores, fuertemente "postconciliares". El Cardenal Rouco no es perseguidor de la Forma Extraordinaria, pero tampoco valedor: se ha limitado a guardar las formas de cara a Roma, en una política de mínimos. Y mientras gobierne difícilmente va a mejorar estas formas, ni Roma va a exigirle más. Porque para Roma el Cardenal Rouco ha sido y es una baza inmejorable, y ha evitado que España sea un quebradero de cabeza para el Papa como lo son Austria, Alemania, Suiza o Irlanda. La influencia de Rouco en toda la Iglesia española es innegable y esta influencia ha forjado en España un episcopado bastante uniforme, sin luminarias, pero de doctrina coherente y sana, sin extravagancias ni excesos. La heterodoxia eclesial hoy, en España, es un fenómeno absolutamente marginal que, si existe, es porque los medios de comunicación anti-eclesiales insisten en mostrar a los cuatro gatos que la conforman. Y la guinda del pontificado madrileño del Cardenal Rouco ha sido organizar, bajo un gobierno político hostil, una JMJ de las mejor celebradas, y que ha supuesto además un fenómeno de adhesión masiva a Benedicto XVI sin precedentes.
Mientras la Conferencia Episcopal Española tenga a la cabeza al Cardenal Rouco Varela, su estilo es el que, en gran medida, van a seguir muchos de los obispos españoles. Por lo que difícilmente se van a crear en España parroquias personales, ni se va oficiar esta forma en las catedrales, y -salvo tres o cuatro obispos valientes- no vamos a asistir a los solemnes pontificales que, por ejemplo, protagonizan los cardenales y obispos de otros países. Y mucho menos se va a enseñar, ni tan siquiera a mostrar una sola Misa, en los seminarios.
Por este motivo también, existe esa sensación entre los fieles tradicionales de casi tener que pedir perdón por las Misas. En algunas diocesis el obispo correspondiente se obsesiona con que solo se oficie por un único sacerdote y en un único templo. En otras el sacerdote que las oficia sufre la frialdad de su obispo y del presbiterio. En otras se desanima a las cofradías. En otras los sacerdotes jóvenes la celebran a escondidas por miedo a verse postergados a las peores parroquias. En otras los seminaristas nos escriben y nos cuentan que no pueden asistir a las Misas por temor a señalarse.
Ahora, por ejemplo, la enfermedad del sacerdote ha supuesto la suspensión de la Misa en Salamanca, sin que el Ordinario de la diócesis nombre un sustituto. Al igual que se canceló en Mallorca cuando trasladaron al capellán castrense que la oficiaba. No se percibe aún la Forma Extraordinaria como un derecho, sino como un favor. E incluso los fieles se resisten a dar los pasos que marca el motu proprio como si no se creyeran del todo el derecho que el Papa les ha concedido.
Podemos seguir añadiendo, especulando si se quiere, otras causas del crecimiento algo más lento de la Forma Extraordinaria en España. Los católicos británicos, por ejemplo, han debido combatir siempre contra una oficialidad protestante. Esto los ha hecho más luchadores, más cultos en su fe en busca de argumentos sólidos, más apegados a su tradición católica, y por lo tanto más proclives a apreciar también el patrimonio litúrgico y espiritual de esta tradición. Algo similar ocurre en Francia donde la lucha de los católicos no ha sido contra los anglicanos, sino contra un feroz laicismo oficial.
En Estados Unidos existe una "élite" educada en colegios y universidades católicos muy conservadores. Unos centros que hoy, en gran parte, están contribuyendo a la difusión de la Forma Extraordinaria y de la herméutica de la continuidad en el culto. Por el contrario, en España los colegios privados y concertados que educan a buena parte de nuestra juventud, están en manos de religiosos progresistas fuertemente apegados al evanescente "espíritu del concilio" que, conscientemente o no, promueven una religiosidad mas cercana a la "new age" que al catecismo. La excepción a ésto son los colegios del Opus Dei, pero la Obra -salvo honrosas excepciones- tampoco ha querido por el momento secundar de forma decidida este uso litúrgico que tanto amó su fundador.
Éste, creemos, es un análisis realista, pero no hay motivos tampoco para el desánimo. Los pasos que se han dado en los últimos años han sido enormes. E incluso las trabas a la Forma Extraordinaria son un reconocimiento de su existencia e importancia. Se da incluso un fenómeno curioso: alguna que otra vez, desde las curias diocesanas, hay una especie de hipercrítica o de vigilancia sobre las celebraciones tradicionales: ésto no se puede hacer, el altar está mal dispuesto, esta fiesta no está en el misal de 1962, no se conocen bien las rúbricas, etcétera. Frente al desorden que impera en el Novus Ordo (donde hay muchos sacerdotes que respetan escrupulosamente las rúbricas, pero hay también innumerables abusos, inventivas y necedades sin control en cualquier diócesis española) los críticos al Vetus Ordo están reconociendo que la Misa tradicional no puede oficiarse de cualquier manera, que implica una seriedad, una garantía de fidelidad.
Hay algunas diócesis donde el obispo ha nombrado un buen sacerdote, capaz y piadoso, para hacerse cargo de las Misas, y ha buscado un templo digno. Y esto no tiene que ver con ninguna "ideología" eclesial. Sino que la cuestión ha sido resuelta de buena fe, entre buenas personas.
Creemos que el número de fieles no es tan relevante. Nuestra visión es humana, privada de la verticalidad trascendente que supone cada Misa. Un grupo pequeño de fieles que se reúne para una Misa rinde un culto a Dios igual de digno que en una iglesia repleta. Salvaguardar nuestra tradición litúrgica es una carrera de relevos. Tratamos de hacerlo lo mejor posible y Dios proveerá.
Joaquín Manuel Fernández Cruzado (1781-1856),
óleo representando una Misa solemne en una iglesia andaluza (mediados del XIX).
Bravo, ¡gran escrito!
ResponderEliminarSí, este artículo está bordado.
ResponderEliminarLe felicito por el artículo. Un análisis realista y mesurado, nada partidista y nada desenfocado, que ójala leyeran muchos obispos y muchos sacerdotes para perder el miedo a una de las grandes gracias de Dios a su Iglesia en estos tiempos de carámbanos espirituales.
ResponderEliminarÁnimo! La página web, la devoción y madurez de su estilo es una avanzadilla para que de aquí a los años que Dios quiera, la Santa Misa sea amada, venerada, celebrada y vivida como fuente de santidad para su Iglesia.
Cuente con mis oraciones constantes.
Excelente y muy mesurado artículo, la situación en Mexico y otros paises hispanoamericanos es similiar con sus debidas diferencias.
ResponderEliminarSaludos y les mandamos nuestras oraciones a los hermanos de la madre patria desde Guadalajara
La Misa tradicional ha cambiado en Madrid varias veces de emplazamiento, pero lleva, al menos, tres años en Las Salesas. Además, quien vive en Madrid y alrededores tiene asumido que para ir a cualquier sitio necesita tomar el metro o el autobús e incluso hacer transbordo.
ResponderEliminarEn cuanto a que el Cardenal Rouco no persiga la Misa tradicional, algunos sacerdotes implicados en la difusión de esta Misa podrían dar testimonio de lo contrario.
Y, en fin, por lo que se refiere a los fieles españoles, pienso que la causa principal que explica su desinterés por la forma extraordinaria está en que el catolicismo de los seglares españoles ha sido tradicionalmente muy folclórico y poco intelectual; de ahí que en cuestiones de liturgia, igual nos dé ocho que ochenta.
ResponderEliminarPor otra parte, creo que la influencia del Arzobispo de Madrid sobre el Episcopado español, más que a ser presidente de la Conferencia Episcopal, se debe a que la mayor parte de los obispos consagrados en los últimos años hechura suya.
ResponderEliminarOrgullo de blog y orgullo de blogger. Gran artículo. Para enmarcarlo y mandarlo a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Lo mismo lo hago yo.
ResponderEliminarCon una emoción muy grande doy las gracias por este articulo.Me alivia la tristeza que me produce la situación que estamos viviendo, el sufrimiento ante el miedo, o la poca adhesión a lo que el Papa está queriendo hacer.
ResponderEliminarDescubrí esta Forma Liturgica,y no pude contener la emoción que me produjo al tiempo de tener una desagradable sensación de robo.
Gracias! Gracias y Gracias
Soy sacerdote diocesano, y no tengo nada en absoluto contra la forma tradicional. Sin embargo, he de constatar que en muchos lugares no se celebra simplemente porque no se pide. Es más, he de señalar el rechazo que a muchos fieles devotos y mayores les suscita la posibilidad de que se celebre incluso simplemente en latín el Novus Ordo.
ResponderEliminarDe ahí saco otra cuestión, que creo que no es baladí: Pienso que el problema no es ya la forma, sino el idioma. Si la Santa Sede permitiera celebrar el Vetus Ordo en lengua vernácula, como en un principio se hizo durante muy breve tiempo, como demuestran los misales de la época, habría más aceptación por parte de los fieles. Es una opinión que, ciertamente, no busca la aprobación general, pero es algo que entre sacerdotes se ha comentado muchas veces y, que en mi modesta opinión, abriría las puertas a la celebración según este modo y, evitaría que los fieles se distrajeran durante la celebración de la Santa Misa, pues cada vez la tendrían con unos ritos similares, que no idénticos, y ello contribuiría a captar más su atención y su participación activa en el tema de cantos, oraciones comunes, etc...
Pero vuelvo a lo del principio. Hoy por hoy, el interés por la Misa tradicional en España es muy escaso. Cuando la renovación litúrgica España fue de los países que la acogió con mayor interés. También donde más abusos se dieron, pero ya sabemos que una oveja negra destaca en el conjunto de rebaño de ovejas blancas.
En resumen: Totalmente de acuero que es un derecho del fiel elegir el modo en el que quiera participar de la Santa Misa (pienso además, que esa libertad de celebrar en las misas sin pueblo, se tendría que hacer extensiva al Rito Hispano, que es NUESTRO rito propio); pero en muchos lugares, la escasez de sacerdotes, hace que los sacerdotes también nos reafirmemos en nuestro derecho de no abusar de la celebración de la Misa, pues si no, corremos el peligrosísimo riesgo de acostumbrarnos.
Un cordial saludo. RCA
Reverendo Sacerdote Diocesano:
ResponderEliminarNo entro en el fondo de su razonamiento: el idioma. Lo mismo lleva razón, no lo sé. Sólo quería hacer un par de puntualizaciones. Dice usted que "Hoy por hoy, el interés por la Misa tradicional en España es muy escaso." y yo creo que lo que es muy escaso es el interés por obedecer al Papa. Segundo, dice usted que "una oveja negra destaca en el conjunto del rebaño de ovejas blancas".Desgraciadamente no es una oveja negra; fueron y son centenares de ellas. Reciba mi respetos y mi deseo de que Dios le guarde.
Absolutamente impagable. No vamos a caer en el desaliento por nada de este mundo. La labor que nos queda por hacer es inmensa y preciosa en nuestra patria hoy tan debilitada espiritualmente, pero ¿hay algo mejor en qué invertir nuestros afanes y esfuerzos?
ResponderEliminarEstimado sacerdote diocesano: le aseguro que los fieles nos distraemos mucho más en el Novus Ordo que en la forma extraordinaria. La necesidad de leer el misal de los fieles para entender lo que dice el sacerdote nos obliga a estar mucho más concentrados en los textos de la Misa y evita las distracciones.
ResponderEliminarPor lo demás, el latín no puede ser un problema desde que existen los misales bilingües y el 99,99% de los españoles de hoy sabe leer, gracias a Dios.
Volviendo al artículo, se dice que "la heterodoxia eclesial hoy, en España, es un fenómeno absolutamente marginal".
ResponderEliminarMarginales serán los paladines de la heterodoxia, pero la heterodoxia está extendidísima entre los fieles; si no, pregunten a los feligreses de muchas de nuestras parroquias por las verdades fundamentales de nuestra Fe y de la Moral Católica. Seguro que son más los fieles que defienden posturas contrarias al magisterio que los que se mantienen dentro de las enseñanzas de la Iglesia.
Y volviendo a la animadversión que muchos clérigos manifiestan hacia el Usus Antiguior, creo que existe una causa muy destacada a la que aquí no se le ha prestado atención: el pecado de orgullo.
ResponderEliminarEstos clérigos llevan cuarenta años defendiendo un determinado modelo de Iglesia, al que corresponde cierta liturgia, y no toleran que algunos fieles a los que ellos menosprecian por trasnochados y reaccionarios cuestionen ese modelo que ellos llevan toda su vida defendiendo.
Yo voy todos los domingos a las Salesas de Madrid, a la misa que oficia el padre Raúl. Por regla general, no cabe ni un alfiler. Antes, después y durante la misa cuesta mucho trabajo confesarse, porque los confesonarios están repletos de penitentes. La misa se vive con un recogimiento, una piedad y una conciencia de lo que está ocurriendo realmente ejemplares. En muy pocos templos de Madrid ocurre algo así. La misa de Angelis se canta como en el mismo Cielo. Ya quisiera el cardenal un nivel parecido en cualquiera de los templos de su preferencia, empezando por la catedral metropolitana, cuya fealdad elefantina hace las delicias de las suecas escotadas que gustan pasear por su girola en cualquier época del año.
ResponderEliminarMaravillosa entrada...
Anónimo: muy de acuerdo con lo del "pecado de orgullo". O lo que es lo mismo, de soberbia. ¿No fue ese el de Satanás? ¿No es ese el gran pecado de nuestro mundo, de ayer, de hoy y de siempre? Visto así no estaba muy lejos S.S Pablo VI cuando habló del "humo de Satanás" identificándolo con los abusos litúrgicos en la Santa Misa por parte de numerosos sacerdotes y obispos. A mí todavía me lagrimean los ojos del maldito humo. Casi todos los domingos.
ResponderEliminarAfirma también el articulista que debemos celebrar como positivo que las autoridades eclesiásticas ejerzan una especie de hipercrítica o de vigilancia sobre las celebraciones tradicionales. No nos engañemos; yo me malicio que, en la mayoría de los casos, esta vigilancia estricta, que no tiene parangón en el Novus Ordo, no persigue tanto que la forma extraordinaria se celebre dignamente como poner trabas a la extensión de la Misa tradicional.
ResponderEliminarUn comentario impertinente: hablamos de obediencia al Papa respecto a la forma extraordinaria, la disposición de los candelabros y la cruz en el altar, la comunión... pero nada de eso está "mandado". Quienes seguimos al Santo Padre en eso y más cosas, lo hacemos por fidelidad extraordinaria, porque no todo se tiene que codificar, no todo está reglamentariamente mandado. Hablar de obediencia/desobediencia es peligroso. No son desobedientes los que no tienen el crucifijo en el centro del altar, lo son los que no visten como sacerdotes, por ejemplo.
ResponderEliminarCreo sería mejor hablar de fidelidad, adhesión filial o incluso de imitación al Papa. Creo que la causa tradicional ganaría mucho si cuidamos el lenguaje, ya me entendeis. Seamos punta de lanza y avanzadilla. Dios nos bendiga!
Y como sacerdote diocesano digo que en las parroquias es dificilísimo introducir la Forma Extraordinaria, principalmente, por ideología progresista que ha entrado hasta la médula.
R.P. Albrit: Nosotros, los que tratamos de salvaguardar la tradición milenaria de la Iglesia, tenemos que cuidar hasta el lenguaje, hasta el extremo; tener cuidado, no pasarnos, ser modosos, no molestar. Sin embargo, los que han arrasado liturgias y creencias, no; estos campan libres sin que nadie les tosa mientras vacían iglesias y seminarios.
ResponderEliminar¿Cuándo dice "ideología progresista" podríamos escribir "ideología modernista" o simplemente "modernismo"? Pues nada, a repartir a mansalva, en nuestras protestantizadas parroquias, ejemplares de la PASCENDE DOMINICI GREGIS de San Pío X.
Reciba mi respeto y mi deseo de que Dios le guarde.
Caro R.O.:
ResponderEliminarSí, es irónico, pero así es. Y lo digo por experiencia propia, triste y dura, que me reservo. Es irónico, pero es la verdad: un descuido de un tradi... y zas, la picota sobre él.
Cuando digo ideología progresista digo eso, y no exactamete modernismo, porque la feligresía no entiende sino que "latín" (en la salve, eh, nada más) "comunión en la mano recomendada" (ni si quiera de rodillas) y un largo etcétera son cosas trasnochadas. Quienes les inculcaron eso sí que son modernistas, y debieran leer, ni no la Pascendi, al menos, con corazón limpio, el Concilio Vaticano II.
Pido perdón a Acción Litúrgica por formar una conversación privada, y le invito, R.O., si considera oportuno, contestarme en mi blog, para evitar salirnos del tema.
Le encomiendo. Que Dios le bendiga.
P. Albrit: precisamente, la disposición de la cruz y los candeleros sobre el altar a la manera de Benedicto XVI sí está sugerida, aunque no mandada, en la Ordenación General del Misal Romano Novus Ordo. El punto 307 de este texto dispone:
ResponderEliminar"Colóquense en forma apropiada los candeleros que se requieren para cada acción litúrgica, como manifestación de veneración o de celebración festiva (cfr. n. 117), o sobre el altar o cerca de él, teniendo en cuenta, tanto la estructura del altar, como la del presbiterio, de tal manera que todo el conjunto se ordene elegantemente y no se impida a los fieles mirar atentamente y con facilidad lo que se hace o se coloca sobre el altar".
Otro tanto cabe decir de la comunión; según el punto 160, "los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos".
Es decir, el Santo Padre Benedicto XVI no ha añadido nada a lo dispuesto en la Ordenación General del Misal Romano.
Se me olvidaba el punto 308 de la Ordenación: "Igualmente, sobre el altar, o cerca de él, colóquese una cruz con la imagen de Cristo crucificado, que pueda ser vista sin obstáculos por el pueblo congregado".
ResponderEliminarSi yo fuera un Obispo de estos contrarios a la Misa Tradicional, a lo mejor lo que haría sería darle al grupo estable de fieles que me solicitara la Misa Antigua, a la que tienen derecho, un templo en el extrarradio de la ciudad, para que así lo tuviesen más complicado.
ResponderEliminarMenos mal que no existe ningún Obispo tan rastrero como para hacer eso.
A. Goicoechea (Bilbao)
A. Goicoechea, ¡no de usted ideas!
ResponderEliminarEn Almería se lo comenté al Obispo, y aparte de su forma distante y con cierta acritud y hostilidad pasó del tema. Es una pena la actitud de la curia diocesana salvo honrosas excepciones.
ResponderEliminarMuy buena entrada. Yo, siendo de un municipio de Madrid, me siento identificado en bastantes puntos del artículo, ya que sólo puedo acudir alguna vez al mes a la forma extraordinaria, y cuando son fiestas de guardar.
ResponderEliminarUn saludo en Cristo.
A mí lo que me gustaría saber es: ¿el Cardenal Rouco Varela sabe celebrar la Misa tradicional? Porque a lo mejor lo que le pasa es que no sabe y le sienta fatal que otros la celebren. En la ciudad donde vivo, Bruselas, el Arzobispo ya la ha celebrado estupendamente dos veces y ha propiciado que en tres iglesias se celebre todas las semanas, en dos de ellas con exclusividad. Eso, en una ciudad cuatro veces más pequeña que Madrid y con la masonería dando caña día sí y día no.
ResponderEliminarYo creo que Rouco está fatal en Liturgia y no quiere que se le note.
Roucorum pestiferum
ResponderEliminarEl Cardenal Rouco fue ordenado sacerdote en 1959, por lo que, durante sus primeros años de sacerdocio, ofició la Misa antigua. Supongo que recordará cómo se celebraba.
ResponderEliminarLos motivos del Arzobispo de Madrid para oponerse a la Misa tradicional son de otra índole, más ideológicos.
Pensad que edad tendrían nuestros queridos obispos en la época que empezó el "todo vale". Cuando la Iglesia de España renegaba de sus salvadores y tonteaba con sus verdugos, cuando ETA se acogía a sagrado, cuando desaparecieron las sotanas y nuestros curitas jóvenes vestían de leñador canadiense, o aún peor (¿Nunca os habéis fijado lo mal que viste un cura de paisano?). Era esa época de las aberraciones doctrinales y litúrgicas.
ResponderEliminarNo les gusta la Misa (tradicional) porque sencillamente los pone en evidencia, porque no hay compatración posible... y ellos lo saben.
A A.Goicoechea le digo que quizá en breve se lleve una desagradable sorpresa.
Capitán Alonso
Me cansa el argumento: ¡es mejor! ¡no, es peor, los fieles no se enteran del latín, no es actual! ¡Si, pero es más santa!, etc, etc, etc
ResponderEliminar¿Pero acaso no ven los obispos que para nosotros la Misa antigua es, ante todo, un consuelo espiritual? ¿pero en tampoco tienen nuestra alma, nuestra paz interior, nuestro deseo de Dios que nos quieren negar dicho consuelo, dicha paz?
No, querido Rouco, es ud un canalla, que por ideología no le importa condenar a la miseria el alma de los fieles que se lo piden. ¿Y encima tenemos que estar contentos con que nos de una iglesia en el lúgubre Madrid del centro, si horarios ni dignidad? Preferiría la maldad de Goicoechea, una iglesia en las afueras pero con libertad de sacramentos, culto y catequesis.
Pero no, es pregunta retórica: si les importara nuestra alma hace años que muchas cosas habrían cambiado. Morirán con las botas puestas, enarbolando la bandera ideológica de un perverso espíritu conciliar que inventaron ellos para ellos, ah, y para matar por inanición nuestras almas.
Lo siento, pero así lo pienso.
Puede que la Forma Extraordinaria tenga potencial "clientela" en las ciudades. Pero como sacerdote de una serie de pequeños pueblos en el Levante, les puedo asegurar que esa necesidad no existe aquí. Pero ni por asomo.
ResponderEliminarTratemos de evitar en los comentarios palabras ofensivas. Gracias.
ResponderEliminarTradiocionalista, progesistas, que rollo, mas bien necesitamos pedir al Espíritu santo que nos ayude a vivir la santa misa con el espíritu con que Jesús celebró la última cena, pues si no estaremos tan distraidos como judas pensando en el dinero, juan en hacer la siesta en el pecho de Jesús, Pedro en el pescado... en el idioma que la escuchemos, si lo entendemos, podemos recogernos.
ResponderEliminarAnálisis objetivo de la realidad. Lo subscribo de la cruz a la raya.
ResponderEliminarUNA MISA TRADICIONAL EQUIVALE A MIL DE LAS MODERNAS POR EL FERVOR , EL RESPETO Y LA ATENCION QUE MUESTRAN TODOS LOS FIELES EN LA CELEBRACION DE LAS MISMAS.MONSEÑOR ROUCO DEBERIA MOSTRAR EL RESPETO QUE SE MERECE S.S. BENEDICTO XVI Y OBEDECERLE COMO SUPERIOR SUYO QUE ES.
ResponderEliminarTraten bien a los sacerdotes y obispos y no les faltará quien celebre. Muchos tradicionalistas son constantes, insoportables críticos(lean al de las mayúsculas, por ejemplo) que acaban mareando o enfadando al oficiante.
ResponderEliminarMelo: ¿Qué tenemos que hacer para que nos quieran y accedan benignamente a celebra una santa Misa Tradicional? ¿Besarles el anillo hasta desgastárselos? ¿Besarles los pies como se hacia antaño con los Papas? ¿Reírles las gracias? ¿Tocarles las palmas? Cuando nos den una de las cientos de patadas que nos dan, ¿nos gozamos y nos lamenos las heridas?, ¿les damos las gracias? Tenemos DERECHO, amigo. Lo ha dicho el Vicario de Cristo. Todavía no se han enterado que un derecho no es un favor, que un derecho no es una concesión, una gracia, una condescencia. ¿Por eso parecemos "insoportables críticos"? ¿Por pedir aquello a lo que tenemos DERECHO? Y encima tenemos que sonreír. Lo que yo te diga.
ResponderEliminarGenial. Nunca agradeceremos bastante a este blog la difusión y aportación a la Santa Misa tradicional.
ResponderEliminarLo siento, pero celebrar la Misa en forma tradicional o no celebrarla no tiene nada que ver con obedecer al Papa, pues ha dejado libertad para hacerlo y para pedirlo. Que cada cual siga su camino
ResponderEliminarNo. Ha dejado libertad para pedir la Misa Tradicional y exigido obligación para concederla. Por lo tanto, sí tiene que ver con obedecer al Papa.
ResponderEliminar("EL Motu Proprio Summorum Pontificum tiene como objetivo:Garantizar y asegurar realmente el uso de la forma extraordinaria a quienes lo pidan.")(Punto 8 b, Instrucción Universiae Ecclesiae.)
En mi opinión para celebrar la misa tradicional, los fieles tienen que solicitarla; conocerla buen. El misal se da en latín y en español, con lo cual no hay ningún problema para seguir la misa.
ResponderEliminarLa pronunciación en latín se aprende fácilmente. Los cantos gregorianos son muy bonitos, y sino se dispone de un coro, se pone una grabación por ordenador.
No le veo ningún problema.
En cuanto a los obispos españoles, que no nos tiren de la lengua. Han
estado muy callados con el clero nacionalista catalán y vasco. Y esos clérigos de Cataluña y del País Vasco cobran de todos los españoles.