Nuestros lectores quizás recuerden a Monseñor Edward Slattery, Obispo de Tulsa, EE.UU., como el obispo que volvió a poner las Misas ad Orientem en su Catedral. Ahora ha realizado unas declaraciones a The National Catholic Register, traducidas parcialmente por Secretum meum mihi, y de las que reproducimos algunos párrafos:
"Me gustaría ver la liturgia llegar a ser lo que el Concilio Vaticano II quería que fuera. Eso no es algo que puede de la noche a la mañana. Los obispos de los Estados Unidos que fueron los padres del concilio volvieron a casa e hicieron cambios demasiado rápido. Ellos no deberían haber visto la antigua liturgia, lo que llamamos la Misa tridentina o Misal del Papa Juan XXIII, como algo que necesitaba ser arreglado. No había nada dañado. Había un actitud de que teníamos que aplicar el Concilio Vaticano II de una manera que radicalmente afecta la liturgia.
Lo que perdimos en un corto período de tiempo fue la continuidad. La nueva liturgia debería ser claramente identificable como la liturgia de la Iglesia pre-Vaticano II. Cambios, como dar la vuelta al altar, fueron demasiado repentinos y demasiado radicales. No hay nada en los documentos del Vaticano II que justifique dichos cambios...
Lo que perdimos en un corto período de tiempo fue la continuidad. La nueva liturgia debería ser claramente identificable como la liturgia de la Iglesia pre-Vaticano II. Cambios, como dar la vuelta al altar, fueron demasiado repentinos y demasiado radicales. No hay nada en los documentos del Vaticano II que justifique dichos cambios...
... Además, no fue una sabia decisión acabar con el Latín en la Misa. ¿Cómo ocurrió eso?, yo no lo sé, pero los padres del Concilio nunca intentaron que abandonaramos el Latín. Ellos querían que nos aferrasemos a el y, al mismo tiempo, dar cabida al vernáculo, principalmente para que la gente pudiera entender las Escrituras".
Secretum meum mihi
Evidentemente, la culpa no la tuvo, ni la tiene, el Concilio Vaticano II, pues el Espíritu Santo ilumina y guía a su Iglesia. La culpa vino de quienes, en lugar de ser fieles a la verdad, pecaron de soberbia creyéndose por encima del Papa e iluminados directa e infaliblemente. Fue entonces cuando se nos repitió hasta la saciedad a los feligreses que no había que arrodillarse en la consagración ni hacer genuflexión ante el Sagrario, porque "no somos siervos, sino hijos"; que el gregoriano y la verdadera música sacra eran piezas de museo, y que lo que había que hacer era llenar los templos con mucha guitarra y palmoteo (incluso había un Sanctus que se cantaba con la melodía de una conocida canción de Los Beatles, otra con la Joan Baez...); se abandonaron los hábitos y los alzacuellos: las monjas se disfrazaban de solteronas (con pendientes, pantalones y lazos en el pelo -largo, por supuesto- y los clérigos y religiosos se vestían con polos de Lacoste...
ResponderEliminarTocada la liturgia, se tocó la teología: se nos hablaba del "Jesús histórico" y del "Cristo de la fe"; la Santísima Virgen ya no lo era; su culto "era una prolongación en el tiempo de los cultos tributados en la Antigüedad a las diosas" (según propagaba un canónigo de la Catedral de Málaga, sobrino del obispo Beato Manuel Gonzalez, sin que el Pastor de la diócesis lo llamara al orden); el infierno no existía: Dios te llevaba directamente al Cielo, porque todos estamos ya salvados... Pues bien, nada de eso se defendía en el Concilio Vaticano II. La culpa, pues, a quienes sí la tienen, pero no a los Papas Pablo VI, Juan Pablo I, Beato Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Nací, crecí y vivo en la época post-conciliar, y me encanta leer y conocer lo "antiguo". La llamada Misa tridentina es toda una catequesis, pero también lo es el rito de la Misa "actual". Creo yo que con una buena catequesis en ambas partes se puede lidiar bien. Una Iglesia que mira al futuro y que acoge a las nuevas generaciones, sin olvidar a los de antes, y conservar la Tradición y sus tradiciones. No debemos olvidar que hay cosas esenciales y otras accidentales...
ResponderEliminarHago felíz ver que in obispo de la Iglesia Sancta está diciendo la verdad sobre las ideas actual del Concilio. Y que bueno Que él ha celebrado la Misa con el orientación correcto--al oeste. Paso por paso, tradición volverá.
ResponderEliminarPerfecto, Anónimo primero. Perfecto resumen. En Málaga, como en toda España, fue una auténtica devastación de la liturgia lo que ocurrió y que aún sufrimos. Un arrasamiento consentido por los obispos que querían ponerse al frente de la manifestación progre. En estas mismas páginas hemos sido muchos los que no nos hemos cansado de decir lo que ahora dice este obispo: En el CVII no hay una sola palabra que justifique los actos de auténtica barbarie que se han cometido, y aún se cometen, en los presbiterios y en los altares.
ResponderEliminarEfectivamente: destruida la liturgia, destruida la Fe. Lex orandi=Lex credendi. ¿Quién ha salido ganando con todo esto? Naturalmente que Satanás. Y si no que se lo pregunten a S.S Pablo VI. Él sufrió lo indecible cuando vio lo que habían hecho, muchas veces en su nombre, engañándolo, traicionándolo. Hay decenas de nombres de masones y satánicos traidores culpables de este desaguisado en el que hoy vivimos.No hace falta ser muy perspicaces para saber quiénes son. Algunos los tenemos aún muy cerca haciendo daño con el consentimiento de los pastores.
Por los pecados de negligencia, iniquidad e indiferencia cometidos contra Tu Santísimo nombre, perdón Señor, perdón.
Estoy muy de acuerdo con las opiniones vertidas en los comentarios. Solo quiero añadir que me gusta mucho este obispo
ResponderEliminarY a mí también me gusta. Ya lo quisiera yo para mi diócesis o aunque fuera sólo de párroco de mi parroquia. Dios lo guarde.
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