La extinción programada por el Papa Francisco y sus colaboradores contra la Liturgia tradicional recuerda más a la "revolución cultural china" que a la solicitud pastoral de un padre. Toda una maquinaria represora ha sido desatada: encuestas ambiguas, "respuestas" de los obispos prefabricadas y desconocidas, prohibiciones, "cortafuegos" para impedir que el conocimiento de esta Sagrada Liturgia llegue a los presbíteros jóvenes, medidas represoras que cada día se superan en mezquindad como impedir binar a los sacerdotes para obligarles a elegir entre ambas formas, prohibir la ordenación en el Rito Romano Antiguo a jóvenes seminaristas que llevan años estudiando y preparándose en este rito, o vetar a los fieles tradicionales el contacto con los demás fieles en una parroquia como si fueran unos apestados.
En esta tarea odiosa Roma encuentra el respaldo de muy pocos. La inmensa mayoría de los obispos ha respondido con indiferencia o con medidas que tratan de paliar este desastre y mantener algo de sentido común en el pastoreo de los fieles que tienen encomendados. También porque saben que Traditionis Custodes y las respuestas a dubias subsiguientes han nacido como letra muerta de un pontificado ya amortizado, ya que es muy difícil que el siguiente Papa -incluso aunque fuera enemigo de la Liturgia tradicional- no modifique estos documentos, sin valor teológico alguno y formalmente crueles, que empañan el magisterio pontificio y desautorizan el magisterio de los Papas anteriores.
El Cardenal Cupich, arzobispo de Chicago y amigo del Papa Francisco, es uno de los pocos obispos con relieve, por no decir el único, en salir "al socorro de Traditionis Custodes", de forma algo más astuta pues sabe que los vientos en la Iglesia pueden cambiar de orientación. Cupich, además de prohibir la Misa tradicional en la mitad de las iglesias en las que se celebraba en su diócesis, está encabezando un intento, llamémosle, de "blanquear el Novus Ordo para los fieles tradicionales", en esta reeducación que recuerda, como decíamos, a los intentos de Mao por hacer desaparecer la civilización antigua. Este procedimiento es acordarse de que el Novus Ordo puede celebrarse en latín, ad Orientem, con el canon romano, canto gregoriano, con preste y ministros, y ricos ornamentos, es decir, todo lo que durante décadas se ha venido ridiculizando, persiguiendo o desechando en el 99,99 % de las parroquias, diócesis y congregaciones religiosas. Pero que ahora desempolvan para ayudar a extirpar el Rito Romano Antiguo. Esta vía, que ha tenido otra muestra reciente en una Misa Novus Ordo solemnísima celebrada por el Nuncio Apostólico en Londres, emerge como un verdadero peligro para la preservación del Rito Romano Tradicional, por ser quizás el medio que se va a imponer en el futuro a los antiguos institutos Ecclesia Dei para que elijan entre ella o irse a la calle a pasar hambre. Al fin y al cabo si los tradicionalistas, piensan, se extasían con las formas, démosles durante unos años un poco de parafernalia e incienso, que ya habrá tiempo de quitarlo todo de nuevo.
Otra vía es la de la desinformación permanente. Y en este triste camino le ha tocado a Monseñor Roche, prefecto para el Culto Divino, para pagar los favores recibidos. Las declaraciones de Roche, multiplicadas en los últimos días, son tan falaces como incoherentes. Para empezar intenta hacer pasar por blanco lo negro, afirmando que la inmensa mayoría de obispos está poco menos que eufórica con Traditionis Custodes, cosa que desmienten las declaraciones y los decretos, y exactamente igual los fieles. Para, acto seguido, afirmar que la oposición a Traditionis Custodes es muy preocupante. ¿Por qué se inquieta de una oposición que no existe? Ah, que somos los blogs los que en estos días preocupan al arzobispo Roche, y no la correcta celebración de la Liturgia. Otra labor acometida por Roche es arrojar basura sobre los fieles a la Liturgia tradicional: "son individualistas que exaltan sus preferencias personales por encima de la liturgia común de la Iglesia". Osea que la defensa de un rito y una lengua comunes e inmutables que permiten a un católico asistir a la misma Misa en cualquier parte del mundo son los culpables de individualismo y no, como afirma Peter Kaniewski "más bien el Novus Ordo que ha privilegiado las elecciones clericales y las preferencias de la comunidad durante cinco décadas?... debido a todas las opciones, interpretaciones y rúbricas sueltas, que pueden hacer dos misas radicalmente diferentes una de otra incluso en la misma parroquia".
Mientras tanto la periodista Diane Montagne nos recuerda que el mismo Monseñor Roche declaró en 2015: "La Misa Tradicional Latina es una válida expresión de la Liturgia de la Iglesia. La unidad no busca solo la simple uniformidad. El Papa Francisco habla de unidad con diversidad. Tenemos que encontrar eso en la Iglesia" (enlace).
El Cardenal Cupich prohíbe celebrar el Novus Ordo "ad Orientem" en su diócesis:
ResponderEliminarhttps://gloria.tv/post/Qm4v73EP3Sbs4LH9EX4qGaJ9n&usg=AOvVaw0ZbCLCbJv5pMFUdn2HxsKa
En cualquier caso, el "blanqueamiento" o enriquecimiento del Novus Ordo era uno de los objetivos de "Summorum Pontificum".
Por otra parte, no alcanzó a comprender por qué un futuro Papa enemigo de la liturgia tradicional iba a mitigar "Traditionis Custodes" o los "responsa ad dubia".
ResponderEliminarQuizás simplemente por no hacer suyos unos documentos tan miserables.
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