Monseñor Michel Aupetit, Arzobispo de París, ha decretado que las celebraciones de la Santa Misa con la forma extraordinaria del Rito Romano se limiten a cinco iglesias en lugar de la quincena de templos en las que se celebraban de forma más o menos regular. Francia es el país de mayor seguimiento de la liturgia tradicional y, por lo tanto, su capital es un enclave de importancia.
Bien es cierto que se han salvado de la purga algunas iglesias "históricas" en la celebración con los libros litúrgicos tradicionales como la de Saint-Eugène-Sainte-Cécile, junto a las de Sainte-Odile, de Sainte-Jeanne de Chantal, de Saint-Roch y Notre-Dame du Lys. También que el arzobispo establece excepciones al motu proprio Traditionis Custodes, al mantener las misas en templos parroquiales. En ello sigue las preferencias de sus predecesores, más partidarios de establecer parroquias con "birritualismo" que parroquias personales u otros templos exclusivos para la forma extraordinaria.
Diversos medios vinculan esta reducción, que rompe con la tónica general de los obispos franceses de mantener las celebraciones como estaban, con un deseo del arzobispo Aupetit de congraciarse con el Papa Francisco y obtener la birreta cardenalicia que se le resiste, siendo el primer arzobispo de París no cardenal en la historia reciente.
Monseñor Patrick Chauvet, rector de la Catedral de Notre-Dame, ha sido nombrado delegado para la forma extraordinaria en la archidiócesis. En consonancia con la época de doble vara de medir y de marginación de la Liturgia tradicional que ha inaugurado la era Traditionis Custodes, el arzobispo de París recomienda a todos los sacerdotes que "estén abiertos a celebrar con los dos misales" para favorecer la comunión, sin embargo los que deseen celebrar con el misal de San Juan XXIII requieren de su permiso expreso.
París bien vale una misa, se dijo en una ocasión...
ResponderEliminarEn este caso, para este señor, un cardenalato bien vale el destruir la liturgia digna en París.
Verdaderamente lamentable y patético...
Isaac
Es espeluznante comprobar que un obispo, para congraciarse con un Papa, cierra iglesias y suprime Misas. Demasiado.
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