Reproducimos algunos párrafos:
Los Institutos signatarios quieren ante todo reiterar su amor a la Iglesia y su fidelidad al Santo Padre. Este amor filial está teñido hoy de gran sufrimiento. Nos sentimos sospechosos, marginados, desterrados. Sin embargo, no nos reconocemos en la descripción que da la Carta de Presentación del motu proprio Traditionis custodes de 16 de julio de 2021.
¿Se han cometido errores? Estamos preparados, como todo cristiano, para pedir perdón si se han introducido algunos excesos de lenguaje o desafío a la autoridad en alguno de nuestros miembros. Estamos dispuestos a convertirnos si el partidismo o el orgullo han contaminado nuestros corazones.
Pedimos un diálogo humano y personal, lleno de confianza, lejos de las ideologías o de la frialdad de los decretos administrativos. Nos gustaría poder conocer a una persona que sea para nosotros el rostro de la Maternidad de la Iglesia. Nos gustaría poder contarle el sufrimiento, los dramas, la tristeza de tantos fieles laicos de todo el mundo, pero también de sacerdotes, religiosos y religiosas que han entregado su vida por la palabra de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Se les había prometido que «se tomarían todas las medidas para garantizar la identidad de sus Institutos en la plena comunión de la Iglesia Católica». Los primeros Institutos aceptaron con gratitud el reconocimiento canónico ofrecido por la Santa Sede en pleno apego a las pedagogías tradicionales de la fe, especialmente en el ámbito litúrgico (sobre la base del Protocolo de Acuerdo del 5 de mayo de 1988 entre el Cardenal Ratzinger y el Arzobispo Lefebvre). Este solemne compromiso fue expresado en el Motu Proprio Ecclesia Dei de 2 de julio de 1988, y luego de diversas maneras para cada Instituto, en sus decretos de erección y en sus constituciones definitivamente aprobadas. Los religiosos y religiosas y los sacerdotes comprometidos en nuestros Institutos han emitido votos o asumido compromisos según esta especificación.
De este modo, confiando en la palabra del Sumo Pontífice, han entregado su vida a Cristo para servir a la Iglesia. Estos sacerdotes y religiosos han servido a la Iglesia con dedicación y abnegación. ¿Podemos privarles hoy de aquello con lo que se han comprometido? ¿Podemos privarles de lo que la Iglesia les prometió por boca de los Papas?
«¡Tengan paciencia conmigo!» (Mt 18:29)
Hoy se habla de visitas disciplinarias apostólicas para nuestros Institutos. Pedimos encuentros fraternos en los que podamos explicar quiénes somos y las razones de nuestro apego a determinadas formas litúrgicas. Sobre todo, deseamos un diálogo verdaderamente humano y misericordioso: «¡Tengan paciencia conmigo!»
Foto: Notre Dame de Chrétienté.
Estamos con ellos y habrá que hacérselo saber.
ResponderEliminarTal vez de nuevo el auxilio venga de los laicos ilustrados y cultos, como en 1971.