Entre la prudencia y sentido pastoral generalizado en la inmensa mayoría de obispos de todo el mundo, surgen también mamarrachadas como la de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, con su comunicado prohibiendo ampulosamente la celebracion de la Santa Misa con el Misal de San Juan XXIII, comunicado innecesario y ridículo, pues solo en una de las diócesis de este país se venía celebrando, más propio del que quiere hacer méritos apuntándose al último carro que aparece.
Lo que mal empieza, no puede acabar sino peor. Y hoy sabemos de la suspensión de un sacerdote en Costa Rica por celebrar ¡el Novus Ordo en latín! La lengua litúrgica de la Iglesia, de ayer, hoy y siempre. Huelgan comentarios, solo vergüenza por la decadencia de unas instituciones en caída libre.
Pues este obispo ha "aprobado" el matrimonio homosexual.
ResponderEliminarAl sacerdote lo mandan a una clínica para que reciba tratamiento médico y psicológico. Es lo que hacían en la URSS con los disidentes.
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