El artículo lleva el título "El final de Summorum Pontificum", es de fecha 17 de julio, y está firmado por Carmelo López-Arias.
El texto completo lo tienen en Religión en Libertad, pero hay algunos aspectos muy interesantes que podemos subrayar:
El motu proprio Traditionis Custodes modifica radicalmente la situación de las congregaciones, sacerdotes y fieles acogidos a él. Se enfrentan a un vuelco dramático en su vida espiritual y a decisiones trascendentes.El Papa plantea su decisión como respuesta al cuestionario que remitió la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el cumplimiento del motu proprio Summorum Pontificum. Sin embargo ni las preguntas del cuestionario versaban sobre las intenciones que llevaron a Benedicto XVI a promulgar Summorum Pontificum, ni las respuestas conocidas (algunas tan relevantes como la del episcopado frances) dibujan una realidad como la que apunta la Carta con la que Francisco acompaña Traditionis Custodes.Cuando se conoció el cuestionario hace un año, muchos sospecharon que se trataba de preparar el terreno a la decisión preconcebida que se ha tomado ahora. Los hechos no les desmienten: más que una consecuencia del cuestionario, Traditionis Custodes se intuye como su causa.El nuevo motu proprio impone una severísima restricción de derechos basándola en acusaciones de una extrema generalidad que se afirman sin probarse.La aplicación de Summorum Pontificum ha sido pacífica donde el obispo ha querido, y problemática donde el obispo ha preferido dificultarla. De forma que para suprimir Summorum Pontificum, se utilizan los criterios de los obispos que han dificultado su aplicación.
La Carta que acompaña a Traditionis Custodes es, por último, muy clara en la proclamación de sus objetivos. El Papa pide a los obispos que trabajen "por la vuelta a una forma unitaria de celebración". Y declara que aquello que todavía se permite es por "el bien de quienes están arraigados en la forma de celebración anterior" y -ésta es la clave- "necesitan tiempo para volver al Rito Romano promulgado por los santos Pablo VI y Juan Pablo II".
Ya se anticipa, pues, que la convivencia que aún se tolera de la misa tradicional con la misa postconciliar es solo temporal y que su finalidad es facilitar la desaparición de aquélla. Un empeño abocado al fracaso (pues la misa tradicional es milenaria y su uso libre fue garantizado por San Pío V hace 451 años, no por Summorum Pontificum), pero sumamente revelador.
El apellido del autor es López-Arias: no Gómez-Arias como se lee en el post.
ResponderEliminarTodo esto es para que sacerdotes diocesanos se ocuoen de las misas tridentinas y no se llame a las comunidades eclesia dei.
EliminarCorrijo. Gracias.
EliminarQué se puede esperar de Bergoglio. Un ser nefasto.
ResponderEliminarEl real enemigo de la Iglesia está adentro, ahí mismo.