Extracto de una entrevista al Cardenal Piacenza, Prefecto de la Congregación para el Clero, concedida a Zenit, que recoge Secretum meum mihi.
"El debate es siempre positivo porque es un índice de vitalidad y de voluntad de querer profundizar. Si después aquello por lo cual se debate no es exclusivamente humano, sino que es, como un Concilio Ecuménico, un acontecimiento humano y, a la vez, sobrenatural – porque es el Espíritu Santo quien guía la Iglesia hacia la progresiva y llena comprensión de la única Verdad revelada – entonces existe menos estupor por el hecho que la comprensión de los dictámenes conciliares pida decenios de discusión – y hasta de debate – siempre en el surco de la escucha de aquello que el Espíritu Santo ha querido decir a la Iglesia en aquella extraordinaria Audiencia...La hermenéutica de la continuidad según lo indicado explícitamente por el mismo Pontífice es el único correcto modo de leer y de interpretar cada Concilio Ecuménico y, por tanto, también el Concilio Vaticano II. La continuidad del único Cuerpo eclesial, antes que ser un criterio hermenéutico, esto es, de interpretación de textos, es una realidad teológica, que se enraíza profundamente en el mismo acto de fe y que nos hace profesar: “Creo en la Iglesia Una”. Por tal razón, no es pensable alguna dicotomía entre pre y post Concilio Vaticano II y hay que rechazar sea ya la posición de quien ve en el Concilio Ecuménico Vaticano II un “nuevo inicio” de la Iglesia, como también aquella otra de quien ve la “verdadera Iglesia” sólo antes de este histórico Concilio. Nadie puede arbitrariamente decidir si y cuando comienza la “verdadera Iglesia”. Nacida del costado de Cristo y corroborada por la efusión del Espíritu en Pentecostés, la Iglesia es Una y Única hasta la consumación de la historia, y la comunión, que en ella se realiza, es para la eternidad.Algunos sostienen que la hermenéutica de la reforma en la continuidad sea sólo una de las posibles hermenéuticas, junto a aquella de la discontinuidad y de la ruptura. Recientemente, el Santo Padre ha definido “inaceptable” la hermenéutica de la discontinuidad (Audiencia a la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, 24 mayo 2012). Entre otras cosas, esto es obvio; diversamente no existirían católicos y se inyectaría el germen de la infección y de la progresiva disolución. También sería un grave daño al ecumenismo".
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