martes, 7 de agosto de 2012

Misa tradicional en Épila

El pasado 5 de agosto, se celebró la Santa Misa cantada con la Forma Extraordinaria del Rito Romano, en la Parroquia de Santa María la Mayor, en Épila, Zaragoza, España, con ocasión de la fiesta de Santa María la Mayor, titular del templo. Ofició el reverendo don Miguel Ángel Barco, Párroco.



10 comentarios:

  1. El fenómeno ÉPILA,es fruto de un sacerdote muy grande:Mossen Mariné.
    Desde la fidelidad más inquebrantable hacia la Única Iglesia de Cristo,"obediens usque ad mortem" a la legítima Autoridad,no tuvo que hacer ninguna necedad ni algarada para vivir su sacerdocio hasta las últimas consecuencias.
    Convirtió las perreras municipales de Barcelona(¡qué simbólico!),en la más humilde,pero también en la más fiel de las parroquias barcinonenses...
    Cierto monaguillo "pillo" suyo,es hoy todo un referente de fidelidad silenciosa -y a la vez valiente-,en tierras aragonesas.
    Todo un ejemplo a seguir.
    Contra tirios y troyanos,contra tantos "salvaiglesias" de todos los signos posibles,la receta teresiana sigue siendo el referente:"Fidelidad,¡siempre!:Aunque me canse...;aunque no pueda...;aunque reviente...;¡aunque me muera!"

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  2. ¿Mosén Mariné tenía permiso de la autoridad para celebrar la Misa tracional antes de los indultos de Juan Pablo II?

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    1. Mosén Mariné continuó celebrando la misa tradicional cuando en 1970 entró en vigor el Novus Ordo de Pablo VI. Nunca lo hizo de manera estrambótica. No impuso nada. En su parroquia se celebraban 7 misas los domingos, y solamente una era en latín y con el misal anterior. Las demás celebraciones eran en castellano y en catalán.
      Referente a la pregunta que usted hace sobre si tenía permiso, hay que responder que sí. El Cardenal Jubany, siempre estuvo informado del modo de proceder de Mosén Mariné. Y no solamente lo aprobaba. También le animaba a continuarlo. Pues el mismo cardenal se lamentó en varías ocasiones ante Mosén Mariné, por que en Barcelona no había más parroquias que atendieran el espíritu de la liturgia tradicional.
      Ahora la pregunta es: ¿Será todo esto cierto? Pues le pueden preguntar al actual obispo de la Seo de Urgell, Joan Enric Vives, que en 1975 fue nombrado párroco de la parroquia del Sagrado Corazón de Barcelona, cercana a la parroquia de Sant Felix, de la que Mosén Mariné era párroco desde 1963. Mossén Vives, fue arcipreste de Pueblo Nuevo. Y en más de una ocasión intentó frenar la direccionalidad pastoral de Mosén Mariné. El Cardenal Jubany recibió en varias ocasiones a Mosén Vives y a Mosén Mariné, para escuchar de parte del primero, las críticas hacia el segundo. Mientras Mn. Vives ponía en tela de juicio la labor de Mn. Mariné, éste callaba. Por fin, Vives abandonaba el despacho del Cardenal. Mn. Mariné continuaba un rato a solas con el cardenal. Hasta que ambos salían del despacho, caminaban juntos hasta las escaleras, se daban un cordial abrazo y se despedían cordialmente.
      Pueden preguntar a Monseñor Vives, si sus intentos de frenar la labor de Mosén Mariné, sirvieron de algo. No. Porque Monseñor Jubany quería a Mosén Mariné. Y le despedía diciéndole: “Mariné, sigue así, que lo estás haciendo bien”.

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  3. No lo dudo, pero,antes de los indultos de Juan Pablo II, ¿podía un Obispo autorizar la celebración de la Misa tradicional en su Diócesis?

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  4. Y podía prohibirla??? Los permisos como consecuencia de aquella mirada que puso el papa Juan Pablo II en los fieles que buscaban la misa tradicional, no buscaron otra cosa que ordenar y controlar su uso. Para nada se supone que antes de 1982 la misa tradicional estaba prohibida. san Josemaría Escrivá la continuó celebrando en el mismo Roma hasta su muerte en 1975. En 1982, el papa Juan Pablo normalizó el uso de esa misa, con unas normas concretas. En cuanto que se comenzó a hablar de ese permiso, Mosén Mariné lo solicitó de inmediato para no incumplir ninguna norma eclesiástica. El Cardenal Jubany se la aceptó, pero como Mosén Mariné fue a llevar la solicitud al cardenal en mano, el prelado le respondió que se le concedía el permiso, pero que en el caso de Mosén Mariné era un permiso sui generis, porque este permiso era para los que querían "volver" a celebrar con la misa antigua, y en su caso, no había dejado de decirla.

    Por último: Suena chirriante hablar de "indulto". es un termino como muy negativo. Parece como si el misal antiguo hubiese hecho algo malo o sancionable.

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  5. Ah. Y cuando pregunto si un obispo podía prohibir la misa tradicional, me refiero antes de 1982. Después ya sabemos que sí se podía prohibir, siempre que no se diesen las debidas circunstancias que decretaba el papa Juan Pablo.

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  6. Durante la década de los setenta, fueron varios los sacerdotes que aquí o allá continuaron celebrando la misa tradicional. En Granada conocí a uno, Don Saturnino. También el jesuita Padre Alba de Barcelona. Estos y otros sacerdotes, no encontraban razón para dejarla de celebrar. Y no rechazaban la misa nueva ni el Vaticano II. ¿se puede proceder de manera más legal y honrosa?

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  7. San Josemaría Escrivá pudo celebrar la Misa tradicional hasta el final de sus días porque tengo entendido que D. Álvaro del Portillo le consiguió un permiso expreso de la Santa Sede; en realidad, me parece que se autorizó a todos los sacerdotes ancianos que tenían dificultad para aprender a celebrar con el nuevo Misal. Pero Mosén Mariné sólo tenía 50 años en 1969.

    Supongo que antes de 1984, fecha del indulto especial "Quattuor abhinc annos", sí estaba prohibido celebrar la Misa de siempre pues, de lo contrario, no tenía sentido que Pablo VI hubiera concedido dicho indulto para los sacerdotes ancianos o el famoso indulto de Agatha Christie.

    Utilizo el término "indulto" porque esta naturaleza tenía la facultad concedida por la Santa Sede para celebrar la Misa tradicional antes de "Summorum Pontificum". Este mismo Motu Proprio habla de "indulto especial". Las cosas son como son y no como a nosotros nos hubiera gustado que fueran.

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  8. En fin. Lo legal es lo legal. Cierto. Pero no eran años aquellos de demasiada clarividencia en esa materia. Por ejemplo, ya se daba la comunión en la mano, antes de que Roma lo autorizara. Parece ser que cuando la Conferencia Episcopal lo solicita a la Santa Sede, argumenta la aceptación que dicha práctica ha tenido entre los fieles a modo “ad experimetum”.
    Por otro lado, se daban celebraciones nada fieles a los libros litúrgicos aprobados por el Concilio. Misas sin los ornamentos indicados, guiones de misa inventados. Todo al margen de la norma eclesiástica. Y nada pasaba.
    No quiero decir aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Pero lo cierto que exigir “legalidad” en unos momentos en los que esa palabra carecía de uso y de una justa interpretación, no es muy acertado. San Josemaría Escrivá, que sufrió los horrores de la Guerra Civil, dejó una máxima a sus hijos: “En la guerra, como en la guerra”. Él mismo tuvo que celebrar la Santa Misa con lo que llevaban encima cuando cruzó los Pirineos. Y e aquel entonces existían las estrictas normas de celebrar sobre un ara con reliquia, y en un altar consagrado cubierto con tres manteles. En fin… “en la guerra como en la guerra”.
    Pero centrándonos en esos permisos que parece se reclaman a Mosén Mariné durante la década de los setenta y parte de los ochenta. Mosén Mariné fue citado en la curia barcinonense a mediados de los setenta por esa razón. Y quedó claro ante la autoridad episcopal que sí que celebraba la misa tridentina. Y el obispo no se lo prohibió, sino que le ánimo a mantener ese foco de tradición, ya que era conveniente que en algún lugar de la ciudad, los fieles pudieran encontrarse con ese rito.
    Ahora la pregunta es si el obispo en cuestión podía hacer eso. Lo más seguro es que el prelado no se hubiese ni planteado si podía o no podía hacerlo. Insisto que eran años de gran confusión, y aunque el cumplimiento de la ley siempre es conveniente “serva ordinem et ordo servabit te”, también es cierto que “no está hecho el hombre para el sábado, sino el sábado ara el hombre”.
    Observar como Mosén Mariné aceptó siempre la norma eclesiástica, evidencia que fue hijo fidelísimo de obediencia.
    Cuando entró en vigor la revisión de la “Institutio Generalis Missalis Romani” por mandato de S.S. Juan Pablo II, en noviembre de 1988, el secretario canciller del Arzobispado de Barcelona, pidió por teléfono a Mosén Mariné, que la misa de 8 de la tarde de los sábados de su parroquia, no fuese tridentina. Y así se aplicó de inmediato. Y sin rechistar.
    Cierto es que las cosas fueron como fueron, y no como nos hubieran gustado. Pero, la verdad nos hace libres, y Mosén Mariné fue muy libre, y muy fiel. Estoy seguro que su persona y su vida serán un referente para la vida sacerdotal de aquí a unos años.

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  9. El que jamás celebró la misa nueva fue el vicario de Mossén Mariné, Mossén Pedro Muñoz, fundador del Oasis de Jesús Sacerdote. El Jubay no estaba para nada en acuerdo de la liturgia tradicional

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