Nos escribe un grupo de jóvenes, de entre 14 y 17 años, de la diócesis de Santa Rosa, en La Pampa, Argentina. Ellos han encontrado en su parroquia un antiguo misal abandonado en una caja, y lo han limpiado y restaurado con muy buen criterio. Nos preguntan si la noticia merece reseñarse en nuestra página, y la respuesta es que sí. Por dos razones. La primera por el hecho en sí, de lo bonito que es recuperar un libro litúrgico. La segunda porque nos da pie para hacer una reflexión.
Algún autor afirma que la Primera Guerra Mundial podría definirse como un suicidio, absurdo e innecesario, de la aristocracia europea. Reyes y príncipes, emparentados entre sí, se enzarzaron en una serie de conflictos que les costaron sus tronos e innumerables sufrimientos venideros a su pueblo. Alguna vez, en el futuro, alguien podrá trazar un paralelismo con los años del postconcilio, en los que, de manera también incomprensible, muchos clérigos comenzaron la autodemolición de la Iglesia, que no se consumó por el carácter sobrenatural de la institución. Pero que tenía muchos ingredientes para ello: desviaciones de la doctrina, destrucción de altares, banalización de la Misa, intentos de eliminar la adoración eucarística, impedimentos para que los fieles se arrodillaran ante Dios, destrucción de libros sagrados, venta de objetos del culto, menosprecio a las reliquias, quema de ornamentos preciosos que habían sido usados por mártires, burla a los sacerdotes piadosos, introducción en el culto de un feísmo deliberado y desconocido hasta entonces no solo en la historia de la Iglesia sino en la propia relación del ser humano con el fenómeno religioso. Evidentemente todo ésto guardaba más relación y más similitud con la destructiva "revolución cultural china" que con lo que habían dispuesto los padres conciliares en el Concilio Vaticano II.
Por eso es significativo que, mientras aún sobreviven algunos desgraciados que se jactan de todo lo que destruyeron, sean ahora los más jóvenes los que recogen los trozos rotos y los recomponen. Animados de una piedad y de un afecto a las cosas sagradas que nadie les ha enseñado, pero que ellos, abatidos los prejuicios, comprenden desde el corazón.
Todo lo referido en la noticia me parece acertado, pero esta frase, en concreto, me hace reflexionar: "...introducción en el culto de un feísmo deliberado y desconocido hasta entonces no solo en la historia de la Iglesia sino en la propia relación del ser humano con el fenómeno religioso". Ciertamente, Dios es la Suma Belleza, mientras que Satanás no.
ResponderEliminarComo profesional de la enseñanza, no quiero dejar de felicitar a este grupo de gente joven que ha recuperado este misal tan bello, animándolos a vivir la liturgia de manera devota y participativa. En mis años de monaguillo me encantaba contemplar los grabados de los antiguos misales de mi parroquia, guardados en un cajón, porque veía belleza. Pero ahora, los materiales de catequesis y los catecismos tienen unas ilustraciones más del estilo Bob Esponja. Puedo asegurar que esos dibujos no inspiran nada entre mis alumnos.
ResponderEliminar"Alguna vez, en el futuro, alguien podrá trazar un paralelismo con los años del postconcilio, en los que, de manera también incomprensible, muchos clérigos comenzaron la autodemolición de la Iglesia, que no se consumó por el carácter sobrenatural de la institución. "
ResponderEliminarQuizás dicho alguien es el autor de Acción Litúrgica ;)
Dios bendiga a estos jóvenes hermanos argentinos y a ti, blogger, por esta concisa y perfecta crónica de un naufragio sin precedentes del que ahora tibiamente salimos agarrados a tablas de salvación como este hermoso misal o como la celebración de la Santa Misa Tradicional. El Evangelio de hoy es paradigmático: rezar sin desmayo. Rezar sin descanso para devolver la primacía a Dios en nuestras vidas. Por eso hay que revitalizar la Adoración Eucarística Permanente. En ello andamos .
ResponderEliminar¡Viva Cristo Rey!
Maravillosa restauración, y maravilloso significado el que le encuentras a este bello acto.
ResponderEliminarMuy acertada su reflexión. Felicidades a esos chicos y que el Señor les de la gracia de seguir creciendo en la piedad.
ResponderEliminarTenemos el mismo Misal, con el iniciamos la celebración de la Santa Misa Tridentina hace ya mas de dos años. También lo restauramos tal como se ve en las fotografías.
ResponderEliminarQuien quisiera recorrer cualquier comarca española, visitando el estado de cualquier vetusto templo, encontraría la mejor constatación del desastre que describe tan lúcidamente esta entrada: altares mutilados,aras abandonadas, expositores desaparecidos, órganos expoliados,reorganizaciones del espacio absurdas e imposibles... Y mayor riesgo correrá quien quiera presenciar las celebraciones que tienen lugar en muchos de estos templos ancestrales...
ResponderEliminarYo también soy joven, y estoy descubriendo ahora las maravillas del misal de Juan XXIII, porque hasta hace unos pocos años no era posible asistir a esta forma. Cristo nuestro Señor no quiere que la perdamos. ¡Bendito sea su santo Nombre!