... el reciente motu propio Traditionis Custodes, que revoca el generoso permiso del Papa Benedicto XVI para facilitar el uso de la Misa tradicional en latín en Summorum Pontificum de 2007, es teológicamente incoherente, pastoralmente divisivo, innecesario, cruel y un lamentable ejemplo del acoso liberal que se ha vuelto demasiado frecuente en Roma recientemente.
Summorum Pontificum fue un acto de solicitud pastoral para aquellos católicos que encuentran más eficaz dar culto según el Misal de 1962, en lo que Benedicto XVI describió como la «Forma Extraordinaria» del Rito Romano. También se esperaba que la experiencia más amplia de la Iglesia con esa Forma Extraordinaria condujera a una resacralización y ennoblecimiento del culto de la Iglesia según la «Forma Ordinaria» de la liturgia, el misal posterior al Vaticano II del Papa Pablo VI, revisado por el Papa Juan Pablo II. En mi experiencia, esa esperanza se estaba realizando, al tiempo que la tonta época en liturgia estaba llegando a su fin. .../...
En muchas parroquias americanas en las que se ha ofrecido la Forma Extraordinaria además de la más común Forma Ordinaria, la unidad de la Iglesia no se ha visto perjudicada. Que algunos defensores de la Forma Extraordinaria se creen el único remanente fiel de una Iglesia en decadencia es cierto, y su presencia en internet es deprimentemente frecuente. Pero es una calumnia empíricamente insostenible sugerir, como hace Traditionis Custodes, que ese complejo de superioridad divisivo (unido a un rechazo ideológico del Vaticano II) es la nueva normalidad para quienes desean rendir culto en las misas celebradas con el Misal de 1962. Los juicios romanos no deberían basarse en la histeria y las payasadas de la blogosfera católica.
El catolicismo progresista se ha caracterizado típicamente por una vena autoritaria, una tendencia al acoso y la intimidación que ciertamente denota impaciencia y puede sugerir una falta de confianza en sus propuestas y argumentos. En el actual pontificado, esto ha llevado a una noción extrema de la autoridad papal que haría sonrojar al Papa Pío IX. Esta decisión no es algo bueno para toda la Iglesia universal y tendrá un importante efecto en la próxima elección papal.”
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