viernes, 27 de abril de 2012

Benedicto XVI y la Eucaristía

Sangro Magister ha escrito un hermoso artículo sobre los grandes gestos del Papa hacia la Sagrada Eucaristía. Lo reproducimos parcialmente y lo enlazamos:
Era una noche tórrida en Madrid, en agosto de 2011. Frente al papa Benedicto, en la explanada, un millón de jóvenes, con una edad promedio de 22 años, desconocidos. Imprevistamente un remolino de agua, de relámpagos y de viento se abate sobre todos, sin ninguna posibilidad de cubrirse. Vuelan por el aire manojos de focos, vuelan lejos carteles, también el Papa se moja. Pero él se queda en el lugar, frente al explosivo regocijo de los jóvenes por el inesperado espectáculo no programado que brinda el cielo.
Cuando cesa la lluvia, el Papa pone al costado el discurso escrito y dirige a los jóvenes pocas palabras. Invita a mirar no a él, sino a ese Jesús que está presente en la hostia consagrada sobre el altar. Se arrodilla en silencio y en actitud de adoración. Lo mismo ocurre en la explanada: todos se arrodillan sobre la tierra mojada, en medio de un silencio absoluto, durante una buena media hora.
En Madrid no fue la primera vez que Benedicto XVI se arrodilló delante de la hostia sagrada, en prolongado silencio. Ya lo había hecho en Colonia, en el año 2005, poco después de haber sido elevado al papado, allí también en la vigilia nocturna con miles de jóvenes, ante el asombro de todos.
Al evaluar este papado, pocos han comprendido la audacia de estos gestos contracorriente. Pero cuando Benedicto XVI los cumple y los explica, lo hace con la actitud apacible de quien no quiere inventar nada propio, sino simplemente ir al corazón de la aventura humana y del misterio cristiano...



3 comentarios:

  1. El Vicario de Cristo adorando a Cristo. Pues así, todos deberían. Gracias por el ejemplo, Santidad.

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  2. Como testigo del momento, sinceramente FUE EXTRAORDINARIO. Y exactamente como lo dice Sandro:

    Después del Caos del chaparronazo, todos de aquí para allá, mojándonos, ocultos bajo plásticos, encima de tierra y piedras que estaban adquiriendo una composición cada vez más parecida a un barro pegajoso, protegiendo nuestras cosas... ¿¡Ahora dónde vamos a dormir con estos sacos húmedos!?

    Y de repente cesó todo... Y una gran alegría al saber y ver que el Santo Padre se había quedado con nosotros. Que no quiso irse. Y nos recordó el sentido espiritual de toda nuestra vida: "Por unos instantes habéis levantado los ojos al cielo".

    Y llegó la adoración: y practicamente tooooodo el mundo que podía arrodillarse, aunque fuera sobre barro, lo hizo... Y cientos de miles de personas... EN SILENCIO ADORANTE.

    Eso me maravilló... En cualquier lugar del mundo donde se reunan más de 2 personas hay más ruido. Y allí, cientos de miles... y no se escuchaba nada.

    ¡Se nota cuando está el Señor presente...! ¡Y cuando se le hace caso!

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  3. Muchas gracias Francisco Javier, por tu emocionante testimonio.

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