lunes, 22 de agosto de 2011

Digan lo que digan

Es obligado constatar el innegable éxito de la Jornada Mundial de la Juventud, tanto por la masiva asistencia de jóvenes de todo el mundo, como por el feliz y pacífico desarrollo de todos los actos, en especial los cultos presididos por el Santo Padre.

En nuestra opinión modesta, lo acaecido en Madrid es justa y demoledora réplica a ese laicismo radical, al ateísmo militante, que en estos días ha mostrado su feo rostro y se ha puesto a sí mismo en rídiculo con sus protestas, respondidas con serenidad y dignidad por nuestros jóvenes, por nuestros religiosos increpados por la calle por una minoría de energúmenos.

Pero también deja sin argumentos a los que dentro de la Iglesia promueven una suerte de disensión permanente. Y no nos referimos únicamente a los "teólogos" heterodoxos -por ejemplo ¿que pensará de lo sucedido en Madrid el endemoniado Hans Kung, que tan solo unos días antes volvía a dar rienda suelta a su bilis contra el Santo Padre?- sino también a los tibios, a los que profesan una adhesión muy tenue al Romano Pontífice.

Se quiere mucho al Papa dentro de la Iglesia, pero también se le ignora mucho. Y esto lo vemos con frecuencia en órdenes religiosas, en muchas parroquias, en diócesis incluso. Qué más da lo que diga el Papa, como oficie o como opine. La apostasía silenciosa es un grave mal entre los bautizados; pero también entre los clérigos hay con frecuencia una especie de "apostasía silente" frente al Primado de Pedro. El Papa como retrógado, alejado de la realidad, con formas anticuadas que no conectan con el hombre de hoy. Una especie de reliquia museística, a conservar en Roma entre esculturas y purpurina. Pero el pueblo de Dios es otra cosa...

Qué sorpresa para estas personas ver, en los últimos días, la incondicional adhesión a Pedro de más de un millón de jóvenes, de todas las razas y procedencias. Pero no una adhesión protocolaria, no un formalismo curial, no el reconocimiento de un primado de honor. Sino la lealtad sincera que nace del amor y de una fe compartida, y que ha rodeado al Papa de respeto, de cariño, de alegría y de emoción.

Cuando en tantas iglesias se han retirado los reclinatorios y se ha impedido a los fieles arrodillarse, cuando durante décadas la adoración eucarística era menospreciada y el sagrario era considerado poco menos que el sitio donde se guarda el pan en su sentido más profano, tras años de burlas al latín y al canto gregoriano... que sorprendente debe resultar a algunos ver a cientos de miles de jóvenes de rodillas, bajo la lluvia incluso, sosteniendo con su oración a un Papa anciano postrado ante Jesús Sacramentado.

Quizás la estampa de estas jornadas, la más emocionante, haya sido esa adoración eucarística en el aeródromo de Cuatro Vientos. Por el recogimiento, por la multitud silenciosa, por la postración masiva, evocaba escenas ancestrales de nuestra fe: el pueblo elegido caminando entre las plagas, el tiempo de los Profetas y de los Jueces, el pueblo de Dios postrado hace milenios ante el Arca de la Alianza tal como hoy ante Cristo-Eucaristía.

Incluso el horrendo escenario que diseñaron para el Papa, tan deudor a los gustos del momento -a medio camino entre una lavandería y un desastre post-nuclear- servía al final, providencialmente, para resaltar lo que de verdad importaba. Sobre el feísmo destacaban como dos hermosos anacronismos la maravillosa custodia de Arfe y la capa dorada del Santo Padre: Cristo y su Vicario. De la novedad trascendía la intemporalidad de la Iglesia.

También el éxito de estas jornadas, de esta Jornada, son una réplica para quienes no somos entusiastas de este tipo de celebraciones litúrgicas masivas. Es indudable que, nos gusten o no, Dios habla también a través de nuevas experiencias a las que hay que prestar atención, pero de la manera que lo hace Benedicto XVI: convirtiéndolas en una verdadera catequesis.

En resumen: ¡Viva el Papa!



Fotos: Daylife

6 comentarios:

  1. Viví con enorme pesar la desaparición del anterior blog, pero creí que debería permanecer en silencio para no entorpecer el renacimiento de éste nuevo que lo hace con renovados bríos.

    Suscribo plenamente cuanto se comentan de lo acontecido en la JMJ de Madrid; pero si me preguntaran qué hecho en falta, expresaría la importacia de la litugia de la Misa del sábado, dirigida expresamente a los sacerdotes, casi toda en latín y con una especial atención al Canon.

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  2. Efectivamente, fue una verdadera catequesis a los futuros sacerdotes. El latín, el Canon Romano, la gran dignidad de la celebración. Ha sido otro de los momentos álgidos de estas jornadas

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  3. Sí, Viva el Papa!!! y el Novus Ordo Missae!!!, que es con el que celebra siempre el Papa, al menos oficialmente y que sepamos, porque los rumores son eso, rumores.

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  4. Amigo "gamba": ambas formas litúrgicas "son dos usos del único Rito romano, que se colocan uno al lado del otro. Ambas formas son expresión de la misma lex orandi de la Iglesia. Por su uso venerable y antiguo, la forma extraordinaria debe conservarse con el honor debido" (Instrucción Universae Ecclesiae).
    Por otra parte, el Cardenal Ratzinger ofició en diversas ocasiones y públicamente con el Misal antiguo.

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