lunes, 17 de septiembre de 2012

Esplendor de la Liturgia en Málaga

Celebración de Tríduo en honor a Nuestra Señora de las Penas, en el Oratorio de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía y María Santísima de las Penas, en Málaga, España. Novus, ad Orientem y con uso de ornamentos tradicionales.

Las dos primeras fotografías son de la web Azul y Plata y muestran la imagen de Nuestra Señora y la exposición del Santísimo Sacramento.

Función principal, con la Santa Misa oficiada por Monseñor don Juan Miguel Ferrer Grenesche, Subsecretario del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el pasado 15 de septiembre, fiesta de los Dolores de la Santísima Virgen.






3 comentarios:

  1. S.S.Benedicto XVI ha hablado repetidamente de la importancia de celebrar la Misa “ad orientem”, pero su intención no es animar a los celebrantes a transformarse en “anticuarios litúrgicos”. En lugar de esto, su Santidad quiere que descubramos lo que está detrás de esta antigua tradición y lo que la hizo viable por tantos siglos, es decir, la comprensión de la Iglesia de que el culto de la Misa es primaria y esencialmente el culto que Cristo ofrece a Su Padre.El CVII cambió esta forma de celebrar "ad orientem".Desafortunadamente, este cambio tuvo una cantidad de efectos no previsibles y, en gran parte, negativos. Primero, que fue una seria ruptura con la tradición de la Iglesia. Segundo, que puede dar la apariencia de que el sacerdote y el pueblo están ocupados en una conversación acerca de Dios, en lugar de estarlo en el culto a Dios. Y tercero, que esto le da una importancia excesiva a la personalidad del celebrante, poniéndolo en una especia de escenario litúrgico.

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  2. Por lo cual, amigo Luis, después de treinta o cuarenta minutos viendo sólo la cara del celebrante, terminas un poquito cansado de semejante visión. Celebrante, sólo celebrante, no se ve otra cosa, distrayéndote de otras consideraciones y meditaciones. Hartazgo, puro hartazgo de celebrante. Si al menos, como hace el Santo Padre, se "ocultaran" detrás de una enorme cruz en el centro del altar, todo sería bastante distinto.

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  3. Luis, estando totalmente de acuerdo con su comentario, me atrevo a hacer solo una matización: el Concilio Vaticano II no cambió la forma de celebrar "ad orientem".

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