sábado, 26 de mayo de 2012

Contra la hermenéutica de la ruptura

La web La buhardilla de Jerónimo traduce una entrevista a Monseñor don Juan Miguel Ferrer Grenesche, Subsecretario de la Congregación para el Culto Divino, en la que aborda la necesidad de interpretar el Concilio Vaticano II en continuidad con la Tradición de la Iglesia. Monseñor Ferrer explica que ya Juan Pablo I en su brevísimo pontificado abogó por una correcta y auténtica interpretación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, y su sucesor, Juan Pablo II, asumió este reto, al que dió un gran impulso con el nombramiento del Cardenal Ratzinger como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
"Ratzinger reveló y confirmó con los hechos hasta qué punto estaba convencido de que la interpretación y recepción auténtica del Concilio está estrechamente vinculada a la asunción de la continuidad respecto a todo el Magisterio anterior de la Iglesia, lo que él define “hermenéutica de la continuidad”...
...sostengo con plena convicción que los auténticos y más concretos enemigos de la enseñanza del Vaticano II son aquellos que, teniéndolo siempre en los labios o en la mano como un arma pronta a ser lanzada – si bien refiriéndose más a su “espíritu” que a su efectiva y comprobada enseñanza y sin perder ocasión, probablemente para reforzar tal presunto “espíritu”, de reiterar que nos encontramos ya, de hecho, frente a la necesidad de un nuevo Concilio –, lo interpretan como antítesis o ruptura de la enseñanza y de la disciplina precedentes (tesis). Ellos afirman, además, la ilusoria pretensión, aunque astuta, de que tal manipulación o lectura “antitética” del Concilio permita volver a las fuentes de un cristianismo auténtico y primitivo, capaz de implicar mediante su comprensión genial de la realidad y no en virtud de los efectos de nuestra inserción, determinado por la obediencia de la fe, en la línea vital y vitalizante de la tradición eclesial. Son ellos, “neo-gnósticos” en ámbito doctrinal” y “neo-arqueologistas” en ámbito litúrgico, los más peligrosos enemigos del Concilio..."
La buhardilla de Jerónimo

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